sábado, 21 de febrero de 2009

El gran poder sanador de expresar

Mi experiencia en Alcohólicos Anónimos
Yo desconocía el poder tan grande que había en expresar nuestros problemas y debilidades. Pertenecí a varias organizaciones espirituales, desde la iglesia católica hasta Summit Lighthouse. En ninguna de ellas había espacios para que las personas se expresaran libremente. Había un veto para comunicar los puntos de vista personales que contradijeran los dogmas de la institución.

En 1997, a la edad de 17, años empecé a beber. Al principio se trataba de un evento ocasional que disfrutaba. Bebía porque estaba feliz y eufórico. Después de eso sucedió un evento que me conectó con la profunda tristeza que tenia en el alma. Sufrí un desengaño amoroso que permitió que abriera las puertas de mi conciencia a todas las grietas de mi psicología. Me entregué a la bebida de manera crónica. Mis compañeros de Summit Lighthouse me criticaron y rechazaron por mi problema. En ese entonces yo era el presidente de un pequeño grupo en mi ciudad natal. Recuerdo que a ningún miembro del grupo se le ocurrió preguntarme jamás porque bebía. Solo se ensañaron en juzgarme duramente.

Por esa y otras razones decidí alejarme del Summit Lighthouse. Una adicción me condujo a otra hasta que toqué fondo. Una voz interna me decía que yo no había nacido para morir así. Sentía que tenía una misión mucho más grande. En 2004, después de haber experimentado casi todos los aspectos de la conciencia humana, decidí buscar de nuevo a Dios. Lo único que conocía era el Summit Lighthouse y regresé nuevamente.

Todas las personas eran bastante serias y parecía como si fueran perfectos. Nadie hablaba acerca de sus defectos y debilidades, parecía como si no existieran. Yo empecé a creer que era un bicho raro, ¿Cómo podía una persona con tantos problemas como yo, estar en un grupo donde todo el mundo parecía estar de maravilla? Jamás encontré espacios para hablar de mi debilidad por el alcohol y el cigarrillo. Fumaba un paquete diario y me avergonzaba la sola idea de contárselo a alguien del grupo.

A pesar de que mis compañeros eran bastante queridos y amables conmigo, sentía que no podía confiar en ellos como para contarles mis secretos. Me sentía profundamente solo. Empecé a implorar a Jesús que me ayudara. Exigía una solución a mi problema. Necesitaba sanación. Un día, hice la meditación del jardín de Jesús. Ahí decía que la respuesta llegaría en algún momento. Cuando hice la meditación sentí que lo que tenía que hacer era ir a un grupo de Alcohólicos Anónimos. Sin embargo, creía que estaba en la enseñanza más avanzada del mundo y que esta me tenía que brindar las respuestas que buscaba. Al siguiente día mi madre me habló de Alcohólicos Anónimos, en la noche me encontré con un amigo que pertenecía a ese grupo y me regaló una hoja informativa. Aun así continuaba dudando.

Un día, leí la página Web de Jesús (1) donde una persona preguntaba la manera de escapar de la depresión crónica que sufría. Esa persona le pedía a Jesús un milagro que sanara instantáneamente su vida. Jesús le respondió que Dios no podía solucionar todos los problemas del mundo a través de una organización. Dijo que Dios usaba muchos medios para ayudar a la gente, incluyendo los grupos de apoyo y otras instituciones. Eso fue definitivo para mí, entendí que tenía un sentido de idolatría sobre la enseñanza. Creía que esta debía solucionar todos mis problemas y no era así. La información que daban los Maestros a través de estos Mensajeros estaba limitada por las experiencias de ellos.

Vacilé mucho antes de asistir a Alcohólicos Anónimos. Cuando entré me di cuanta de que había mucho amor allí. Me aterré de saber que ellos –sin conocer las enseñanzas de los Maestros- expresaban el amor incondicional. En cambio, quienes decían ser estudiantes de los Maestros y sabían de memoria los nombres de la jerarquía del Rayo del amor, sabían las encarnaciones del Chohán de ese Rayo, sabían exactamente donde estaba ubicado el templo etérico del amor, cuantos pétalos tenia el chakra del amor, etc.; eran sumamente egoístas y mezquinos.

En mi nueva comunidad encontré personas que me amaban y me respetaban tal como era. No me exigían cambiar ni dejar el alcohol. No había presiones, reglas, ni cuotas para pertenecer a esa comunidad. El único requisito era querer dejar de beber. Uno es considerado como miembro de la comunidad cuando acepta que es un alcohólico. Para mi fue muy difícil dar ese paso. Tenia almacena en mi mente toda esa basura superficial que decía que uno no podía aceptar nada que no fuera la perfección.

Si, digo que es una basura porque durante años practiqué afirmaciones que lo único que acrecentaban era mi autoengaño. No estoy en contra de las afirmaciones, solo que, usadas de manera superficial se convierten en una trampa para el alma. Las afirmaciones son poderosas herramientas que nos ayudan a anclar la Luz y a identificarnos con nuestra identidad Divina. Pero cuando una persona se dedica únicamente a darlas, y no se ocupa de sanar su psicología, de buscar las causas de sus bloqueos, las afirmaciones serán palabras vacías que carecen del significado profundo que adquieren cuando uno decide realmente conocerse a sí mismo.

El día que con voz temblorosa, acepté ante mis compañeros que era un alcohólico, algo pasó. Al principio sentí un taco en mi garganta. Pero cuando terminé de hablar y vi que todos mis compañeros aplaudían sentí mucho amor, amor sincero e incondicional. Ese día empezó mi sanación. Si, empezó cuando dije: -“Mi nombre es Walter y soy un enfermo alcohólico”.

No importa si hay libros enteros que dicen que uno jamás puede afirmar algo negativo sobre si mismo. Eché todos esos conceptos superficiales a la basura y mi curación comenzó. En pocas semanas logré lo que años en las enseñanzas no me habían ofrecido. Encontré una verdadera comunidad de gente amorosa y servicial. Ellos no eran perfectos, tenían multitud de errores, lo que los hacia tan maravillosos es que eran honestos y amorosos.

El poder curativo de ser escuchado

Hay una anécdota muy particular que recuerdo en Alcohólicos Anónimos. Uno de los compañeros narró como su deseo de beber empezó a desaparecer con las primeras reuniones a las que asistió. El era alcohólico crónico y había cometido delitos por culpa de esa droga. Empezó a ir a las reuniones de la comunidad y cada día sentía menos la necesidad de beber. Él pensó que el secreto de su abstinencia estaba en los confites que repartían en las reuniones. Creía que estos tenían algún químico que inhibía el deseo por la bebida. Le pidió a uno de los miembros que le dijera en donde vendían esos confites para comprarlos y no tener que regresar al grupo. Este se rió y le dijo que no había ningún secreto en ellos, que el único secreto era que en las reuniones se podía expresar libremente sobre su adicción sin sentir rechazo o burla.

Así empezó a funcionar Alcohólicos Anónimos. Todo comenzó en 1935 cuando Bill W., un agente de Bolsa de Nueva York, se encontraba desesperado porque no podía parar de beber. Llevaba años de lucha con la bebida sin logar ningún éxito. Un día llegó a Akron, una ciudad de Ohio Estados Unidos, y desesperado buscó en la lista de iglesias locales. Llamó a una iglesia cristiana pidiendo ayuda. El ministro le dijo que no le podía ayudar puesto que desconocía la adicción al alcohol. Preguntó si alguien en la iglesia tenía problemas con la bebida. Un hombre levanto la mano y se acercó al teléfono. Su nombre era Bob S., cirujano de profesión.

Después de varios minutos de hablar por teléfono empezaron a notar de su deseo de beber había desaparecido. Decidieron encontrarse para hablar personalmente. Cada vez que se reunían a expresar sus temores, sus errores y su adicción por el alcohol, el deseo de beber se esfumaba. Desde ese día más personas se empezaron a unir a ellos hasta formar 87.000 grupos en más de 130 países, con un total de más de 2 millones de socios. Esta es la comunidad más eficiente del mundo.

Ellos han logrado triunfar donde psicólogos y psiquiatras han fallado. Muchos grupos están formados por personas sin educación, carentes de conocimientos sobre psicología o comportamiento humano, pero son capaces de sanar. Su capacidad de comprender al otro, de escuchar sin recriminaciones ni burlas, les permite ayudar a otros. Por otro lado, creo que esa comunidad tiene también muchas limitaciones; no exploran las causas profundas del alcoholismo, pero son dignos de admiración e imitación. Ellos tienen algo que a las iglesias les falta: tienen amor.
En ese momento me pregunté porqué nuestros grupos de enseñanza no eran así. Porque había tanta hipocresía y egoísmo. Sentí que el llamado de mi alma era reformar el concepto de los grupos espirituales. Babaji me escogió a mí para enseñar a construir comunidades porque en mi alma existía el anhelo de vivir en comunidad. He descubierto el poder sanador de expresarse libremente, lo he experimentado en mi vida y eso me otorga la autoridad moral para hablar de ello.

Es tan grande el poder de ser escuchado, que por si solo es una terapia. M. Scott Peck, psiquiatra y escritor norteamericano, afirma que el verdadero psicoterapeuta no trata de sanar a su paciente; el verdadero terapeuta se limita a escuchar. Cuando uno habla libremente se genera una catarsis que hace que soltemos nuestras cargas, los pesos del alma. Yo creo que vale la pena estudiar –grupal o individualmente- los libros de Scott Peck para aprender a hacer comunidad. A este respecto me llama poderosamente la atención el libro: “La nueva Comunidad humana”, en él se resumen años de experiencia en la búsqueda del Santo Grial de la comunidad.

Una noche me reuní a hablar con una mujer que estaba agobiada por sus problemas, estaba a punto de estallar. Traté de curarla por medio de la terapia floral de Bach. Empecé a hacerle preguntas de un cuestionario para ubicar su esencia correspondiente. Las preguntas eran de este tipo: -¿Se irrita con facilidad?, -¿Siente angustia cuando le hablan? Ella respondía cada pregunta y hablaba al respecto. Al final encontramos cuales eran sus esencias más adecuadas. Algunas semanas después me volví a encontrar con ella y le pregunté sobre su tratamiento. Ella respondió que no había necesitado comprar las esencias. Dijo que al siguiente día de haberle hecho el cuestionario había despertado mucho mejor. ¡Se había sanado solamente con hablar de sus problemas!

No sé si los estudiantes de los Maestros estén dispuestos conformar comunidades. Yo no puedo exigirle honestidad a nadie. Solo sé que es mi sueño y estoy decidido a cumplirlo aunque solo sea con dos personas más que quieran quitarse la mascara. Con la ayuda de Dios lo haré, aunque deba buscar a estas personas por fuera de los estudiantes de los Maestros. Solo se que viví lo que era una comunidad y no desperdiciaré más mi tiempo en reuniones basadas en hipocresía y falsedad.

Los Maestros han decidido impulsar una comunidad mundial basada en el amor y la comprensión. Así como Alcohólicos Anónimos se creó para sanar la adicción al alcohol, Comunidad-Amor se ha creado para ayudarnos los unos a los otros a sanarnos de las heridas causadas por el ego. Nuestra comunidad es mucho más inclusiva y abierta que Alcohólicos Anónimos. Confiamos en nuestra capacidad de tratar de comprender al otro y de ofrecer un amor sin límites que rebase todas las barreras del egoísmo y la indiferencia humana. ¡Gracias Dios por sanar nuestras heridas a través de Comunidad-Amor!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que magnífico historial, hahah disculpa es broma, sabes si hiciera una lista de mis defectos sería bastante larga!!.

Uno de ellos (el que lo encabeza) es mi vanidad, pero de verdad!, no exagero en decir que suelo ser en extremo vanidosa, puedo pasar horas y horas hablando de mi, de mi cabello, de mi rostro, todo acerca de mí, y pues si soy linda, y que me he ejercitado, pero a quien le importa? Es decir, tanta enseñanza y sigo preocupándome por el físico?, no pues vaya que he avanzado...

Aparte de eso, esta el hecho de querer que los demás sean bellos, aha!.. eso es aún peor, y yo todavía suelo ser así, mi familia me ha insistido en que vea eso, y la primera vez que lo reconocí, me sorprendi de lo frívola que suelo ser. Al igual que tú pertenecí a Summit Lighthouse, pero a diferencia de ti mi querido amigo, yo era una de esas personas amables,, pero duras de cabeza y de corazón, cuando me desencánto de esa organización, me doy cuenta de todo, e inicio de nuevo, es cuando realmente empiezo a trabajar conmigo misma, porque? Por lo mismo que tú lo hiciste, sabía que yo era más, que podía alcanzar más, y que definitivamente quería ser más, por eso aunque ahora me cueste lo sigo intentando, y seguiré.

Otro de mis defectos es que soy MUY miedosa, hahah quien lo diría, son esos temores que uno no supera cuando se es niño, el miedo a la oscuridad, de estar solo, todo eso, y no logro quitarmelos de la cabeza aún cuando hago las protecciones, ése es un asunto que he querido resolver desde hace muchisímos años, pero en realidad no tengo idea de como, mis padres me dicen que todo está en la cabeza, pero como aceptarlo cuando ya has experimentado mucho de lo que ellos dicen que no existe?

Esos serían dos ejemplos y podría continuar, haha, pero por ahora ya pasé mucho tiempo en el computador.

Un abrazo.

Walter dijo...

Hola Sarah, te amo y te acepto incondicionalmente tal como eres. En este momento te abrazo fuerte desde mi corazón. Yo también guardo algunos miedos todavía, pero no me preocupo porque sé que se irán sanando poco a poco por medio de la fuerza del amor.